Si te
gusta escribir y crees que lo estás haciendo de maravilla, que eres un prodigio
de las letras y que tal vez eres el escritor más joven al que la casa editorial
más importante le dirá que sí nada más leer el primer párrafo, lamento desilusionarte
pues probablemente no sea así. Y te darás cuenta de ello cuando, después de
varios rechazos editoriales y un par de años, releas tu obra maestra, con ojos
de “¡Quién me dejó escribir esto?”.
Descuida, es más común de lo que crees y probablemente la paciencia es
la mejor amiga de todo escritor (y mira que se necesita en la 1ra, 2da, 3ra y
16va relectura y corrección). Escribir es un proceso meticuloso que se nutre de
la experiencia y para ello te voy a compartir los 13 consejos (tranquilo, que
no es de mala suerte si se trata de consejos) que Alonso Cueto le da a todo
aquel aspirante a escritor, en su libro La piel de un escritor.
1.
Cuestión
de oído
La literatura es una cuestión de oído. Lee lo que has escrito en voz
alta. Repítelo y corrige los tropiezos del ritmo hasta que “suene bien”. Por “sonar
bien” se entiende una relación fluida entre el sonido y el sentido. La literatura, como la música, ocurre en el
tiempo. No hay mejor prueba que la voz.
2.
Cuestión
de mirada
La literatura también es una cuestión de mirada. Un escritor debe poder
“ver” a sus personajes, gracias a una descripción viva de un detalle físico. Puede cambiar el lente
de sus frases para descubrir una luz oculta en sus ojos así como para poder
describir el panorama de una plaza o una calle. El lenguaje es un sistema de
observación que va graduándose a lo largo de la narración.
3.
Específico,
no abstracto
Parafraseando una frase de Strunk and White, narrar tiene que ver con
lo específico, lo particular y lo singular, no con lo abstracto, lo vago y lo
general. Estas últimas categorías son de pensadores y científicos, no de
escritores. La frase “acaban de matar a Pedro” es más fuerte que “La muerte de
un hombre es una tragedia”. Hay que tratar de ser lo más concreto posible.
Si escribes que Lucía se
subió a su vehículo, dices muy poco. Si escribes que se subió a su automóvil,
dices un poco más. Pero si escribes que se subió a su Peugeot azul, estás
definiendo una parte de su vida. En este sentido, los detalles son el dios de
la historia. Cuando Ana Karenina ve
llegar a su marido a la estación después de haber caído fulminada de amor por
Vronski, Tolstoi nos dice que sus orejas le parecieron demasiado grandes. Sólo así
sabemos que ha dejado de amarlo.
4.
Inesperado
pero lógico
Todos los hechos de una narración tienen que ser inesperados pero
lógicos. Cada nuevo incidente tiene que partir del anterior pero pasar a un
estado nuevo. El incidente es una herramienta al servicio de la construcción de
un personaje, un objetivo supremo.
5.
El
tiempo, cosa de intuición
Decidir cuánto tiempo se le dedica a cada episodio es un asunto de
intuición, de acuerdo a su grado de importancia, su posición en el relato y a
la relevancia que se le quiera dar. En El agente secreto, Joseph Conrad
narra en una página el asesinato de Verloc, que ocurre en el instante en el que
su esposa le asesta una cuchillada. Por otro lado, un tiempo real largo puede
merecer sólo una frase: “Pasaron algunos años.” Una novela o un relato es un
vehículo temporal que cambia de velocidad constantemente, creando sus propios
tiempos.
6.
Escribir
para… ¿quién?
Nunca pienses que escribes para nadie, ni siquiera para un lector
imaginario. Escribes para ti mismo. Lo demás son consignas.
7.
Personajes
Es importantísimo conocer a tus personajes como si estuvieran dentro de
ti. Debes saber a qué hora les gusta levantarse, qué han soñado, qué toman de
desayuno, qué música los hace bailar, cuáles son sus pensamientos ocultos. Sus manías
en el vestido, en la forma de comer, sus terrores ocultos, sus frustraciones y
anhelos de los cuales ellos mismos pueden no ser conscientes también son parte
de la materia prima de un personaje. Esto no significa que necesariamente vas a
incluir todos esos detalles en la narración. Pero debes saberlos para conocer
bien a los personajes. Toma tiempo conocerlos. Lo importante es entenderlos
desde dentro.
8.
Obsesión
Busca las historias que más te obsesionen. Escucha con atención las
historias que te cuentan […] Recuerda tus propias historias. Tu infancia es una
caverna llena de memorias íntimas, entrañables, desgarradas en las que tienes
que internarte. Estamos rodeados de historias. Pero sólo son un punto de
partida. Lo importante es lo que hagas con ellas.
9.
Observación
Mira a la gente a tu alrededor. Los relatos de cada persona están
escritos en su ropa, en sus gestos, en sus palabras. Los paraderos, los
restaurantes, las colas de los bancos son buenos lugares de observación. No puedes
dejar de observar.
10. Los buenos y también los malos
Lee a los grandes autores pero también a los malos que te gusten y que
tengan algo que enseñarte. Una vez que te enseñen algo trata de olvidarlos […] Si
descubres algunos errores en sus frases o en su historia, imagina lo que
habrías hecho en su lugar.
11. Crítica
Piensa siempre que el crítico literario, salvo casos excepcionales, es
sólo un lector más. Sólo hay un puñado de ellos que valen la pena, y lo puedes
saber si en sus textos te han dicho algo interesante que no tiene que ver
directamente con los libros que comentan.
12. Urgente
Escribir es urgente. Una señal de ello es que nadie te pide que
escribas. Nunca dejes de escribir. Nunca dejes de pensar en historias. Nunca fantasees
con lo que vas a ganar o perder escribiendo. Ese no es el problema. No hay
problema. Escribe todo el tiempo, aun cuando no estés frente a un papel o una
pantalla […] Casi todos los otros seres humanos son potenciales enemigos del
trabajo de un escritor. Los aliados escasean. Asegúrate de que tu conyugue sea
uno. De lo contrario, sepárate cuanto antes.
13. El fin de escribir
Nunca olvides que escribir es romper todos los diques: abandonarse,
perderse, olvidarse.
Y para
los supersticiosos, aquí les va un consejo más:
14. La descripción
Alguna vez Laura Martínez-Belli dijo algo muy cierto en su cuenta de Tuiter:
"La descripción en una novela es como la grasa: demasiada es poco
saludable, pero sin ella sólo nos quedará un esqueleto." Por eso hay que
saber cuánta importancia darle a una descripción, pues entre menos adjetivos se
ocupen, mejor. Y aunque cada quien tiene un estilo, siempre recuerda que menos
es más.
En
verdad espero que estos 13 puntos +1 les sirvan tanto como a mí porque llevan
en ellos las grandes verdades que a veces creemos saber y que pasamos por alto.
Lean mucho y escriban más.
Escribe siempre lo que te gustaría leer.
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