martes, 7 de julio de 2015

Las 13 máximas de un aspirante a autor

Si te gusta escribir y crees que lo estás haciendo de maravilla, que eres un prodigio de las letras y que tal vez eres el escritor más joven al que la casa editorial más importante le dirá que sí nada más leer el primer párrafo, lamento desilusionarte pues probablemente no sea así. Y te darás cuenta de ello cuando, después de varios rechazos editoriales y un par de años, releas tu obra maestra, con ojos de “¡Quién me dejó escribir esto?”.
 
Descuida, es más común de lo que crees y probablemente la paciencia es la mejor amiga de todo escritor (y mira que se necesita en la 1ra, 2da, 3ra y 16va relectura y corrección). Escribir es un proceso meticuloso que se nutre de la experiencia y para ello te voy a compartir los 13 consejos (tranquilo, que no es de mala suerte si se trata de consejos) que Alonso Cueto le da a todo aquel aspirante a escritor, en su libro La piel de un escritor.

1.      Cuestión de oído
La literatura es una cuestión de oído. Lee lo que has escrito en voz alta. Repítelo y corrige los tropiezos del ritmo hasta que “suene bien”. Por “sonar bien” se entiende una relación fluida entre el sonido y el sentido.  La literatura, como la música, ocurre en el tiempo. No hay mejor prueba que la voz.

2.      Cuestión de mirada
La literatura también es una cuestión de mirada. Un escritor debe poder “ver” a sus personajes, gracias a una descripción viva  de un detalle físico. Puede cambiar el lente de sus frases para descubrir una luz oculta en sus ojos así como para poder describir el panorama de una plaza o una calle. El lenguaje es un sistema de observación que va graduándose a lo largo de la narración.

3.      Específico, no abstracto
Parafraseando una frase de Strunk and White, narrar tiene que ver con lo específico, lo particular y lo singular, no con lo abstracto, lo vago y lo general. Estas últimas categorías son de pensadores y científicos, no de escritores. La frase “acaban de matar a Pedro” es más fuerte que “La muerte de un hombre es una tragedia”. Hay que tratar de ser lo más concreto posible.

      Si escribes que Lucía se subió a su vehículo, dices muy poco. Si escribes que se subió a su automóvil, dices un poco más. Pero si escribes que se subió a su Peugeot azul, estás definiendo una parte de su vida. En este sentido, los detalles son el dios de la historia. Cuando Ana Karenina  ve llegar a su marido a la estación después de haber caído fulminada de amor por Vronski, Tolstoi nos dice que sus orejas le parecieron demasiado grandes. Sólo así sabemos que ha dejado de amarlo.

4.      Inesperado pero lógico
Todos los hechos de una narración tienen que ser inesperados pero lógicos. Cada nuevo incidente tiene que partir del anterior pero pasar a un estado nuevo. El incidente es una herramienta al servicio de la construcción de un personaje, un objetivo supremo.

5.      El tiempo, cosa de intuición
Decidir cuánto tiempo se le dedica a cada episodio es un asunto de intuición, de acuerdo a su grado de importancia, su posición en el relato y a la relevancia que se le quiera dar. En El agente secreto, Joseph Conrad narra en una página el asesinato de Verloc, que ocurre en el instante en el que su esposa le asesta una cuchillada. Por otro lado, un tiempo real largo puede merecer sólo una frase: “Pasaron algunos años.” Una novela o un relato es un vehículo temporal que cambia de velocidad constantemente, creando sus propios tiempos.

6.      Escribir para… ¿quién?
Nunca pienses que escribes para nadie, ni siquiera para un lector imaginario. Escribes para ti mismo. Lo demás son consignas.

7.      Personajes
Es importantísimo conocer a tus personajes como si estuvieran dentro de ti. Debes saber a qué hora les gusta levantarse, qué han soñado, qué toman de desayuno, qué música los hace bailar, cuáles son sus pensamientos ocultos. Sus manías en el vestido, en la forma de comer, sus terrores ocultos, sus frustraciones y anhelos de los cuales ellos mismos pueden no ser conscientes también son parte de la materia prima de un personaje. Esto no significa que necesariamente vas a incluir todos esos detalles en la narración. Pero debes saberlos para conocer bien a los personajes. Toma tiempo conocerlos. Lo importante es entenderlos desde dentro.

8.      Obsesión
Busca las historias que más te obsesionen. Escucha con atención las historias que te cuentan […] Recuerda tus propias historias. Tu infancia es una caverna llena de memorias íntimas, entrañables, desgarradas en las que tienes que internarte. Estamos rodeados de historias. Pero sólo son un punto de partida. Lo importante es lo que hagas con ellas.

9.      Observación
Mira a la gente a tu alrededor. Los relatos de cada persona están escritos en su ropa, en sus gestos, en sus palabras. Los paraderos, los restaurantes, las colas de los bancos son buenos lugares de observación. No puedes dejar de observar.

10.  Los buenos y también los malos
Lee a los grandes autores pero también a los malos que te gusten y que tengan algo que enseñarte. Una vez que te enseñen algo trata de olvidarlos […] Si descubres algunos errores en sus frases o en su historia, imagina lo que habrías hecho en su lugar.

11.  Crítica
Piensa siempre que el crítico literario, salvo casos excepcionales, es sólo un lector más. Sólo hay un puñado de ellos que valen la pena, y lo puedes saber si en sus textos te han dicho algo interesante que no tiene que ver directamente con los libros que comentan.

12.  Urgente
Escribir es urgente. Una señal de ello es que nadie te pide que escribas. Nunca dejes de escribir. Nunca dejes de pensar en historias. Nunca fantasees con lo que vas a ganar o perder escribiendo. Ese no es el problema. No hay problema. Escribe todo el tiempo, aun cuando no estés frente a un papel o una pantalla […] Casi todos los otros seres humanos son potenciales enemigos del trabajo de un escritor. Los aliados escasean. Asegúrate de que tu conyugue sea uno. De lo contrario, sepárate cuanto antes.

13.  El fin de escribir
Nunca olvides que escribir es romper todos los diques: abandonarse, perderse, olvidarse.

Y para los supersticiosos, aquí les va un consejo más:

14.  La descripción
Alguna vez Laura Martínez-Belli dijo algo muy cierto en su cuenta de Tuiter: "La descripción en una novela es como la grasa: demasiada es poco saludable, pero sin ella sólo nos quedará un esqueleto." Por eso hay que saber cuánta importancia darle a una descripción, pues entre menos adjetivos se ocupen, mejor. Y aunque cada quien tiene un estilo, siempre recuerda que menos es más.

En verdad espero que estos 13 puntos +1 les sirvan tanto como a mí porque llevan en ellos las grandes verdades que a veces creemos saber y que pasamos por alto. Lean mucho y escriban más.

Escribe siempre lo que te gustaría leer.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario